miércoles, 19 de marzo de 2014

La voz a ti debida.


Miedo. De ti. Quererte 
es el más alto riesgo. 
Múltiples, tú y tu vida. 
Te tengo, a la de hoy; 
ya la conozco, entro 
por laberintos, fáciles 
gracias a ti, a tu mano. 
Y míos ahora, sí.
Pero tú eres
tu propio más allá, 

como la luz y el mundo: 
días, noches, estíos, 
inviernos sucediéndose. 
Fatalmente, te mudas 
sin dejar de ser tú,
en tu propia mudanza, 

con la fidelidad 
constante del cambiar.

Di, ¿podré yo vivir
en esos otros climas,
o futuros, o luces
que estás elaborando, 

como su zumo el fruto, 
para mañana tuyo?
¿O seré sólo algo
que nació para un día 

tuyo (mi día eterno),
para una primavera
(en mí florida siempre),
sin poder vivir ya
cuando lleguen
sucesivas en ti, 

inevitablemente,
las fuerzas y los vientos 

nuevos, las otras lumbres, 
que esperan ya el momento 
de ser, en ti, tu vida? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario